domingo, 4 de julio de 2010

II Cicloviaje: La trashumancia

Si fuésemos pastores, probablemente iríamos en bicicleta.

Tengo una teoría fantástica sobre la vida de las personas y el destino. El destino no está escrito, sino que se va escribiendo con cierta antelación a nuestros actos. Cada vez que escogemos un camino, se escribe a su vez el próximo cruce en el que tendremos que elegir opción. Sin embargo hay algo en nuestra elección que se escapa de nuestro análisis, y que provoca que se vayan enlazando lugares comunes, y que interaccionen señales separadas en el tiempo y en la distancia. Irene y yo lo llamamos coincidencias, y nos lo tomamos como un juego que da un hilo conductor a la vida.

Este II ciclo viaje se escribió cuando hicimos el I cicloviaje.

Prólogo: Cuenca (2/07/2010)

Para describir cómo es Cuenca, voy a sacarme de la manga una fábula: "La empezó un alfarero, el mejor artista que existía por aquellos tiempos, cuando todo empezaba, y la alfarería era un arte mayor. Quiso hacer una cerámica tan grandiosa y refinada que se le desmoronó en el torno, como se le desmorona el barro a los aprendices. Los que pasaban por allí quedaban magnetizados por aquel potencial artístico, y decidían levantar sus moradas sobre aquella obra fracasada. Cuenca es literalmente una ciudad colgada de aquella vasija desmoronada, donde quien más y quien menos de sus habitantes, es artista"
Hay otra explicación, que es que los ríos Júcar y Huécar erosionaron los cimientos calizos, formando profundas hoces alrededor de la ciudad. Ahora, a quién se les ocurrió montar sus casas allí, y porqué les gusta tanto el arte, no sé de donde viene.

Es día de tormenta, así que tras recoger los convenientes folletos en el punto de información, hacemos tiempo paseando a pié por las calles, esperando a que escampe. Subimos y bajamos las escalinatas que trepan en zig-zag. Cuenca es una ciudad tranquila y bonita. Está noche hay banda de música y se están preparando en la plaza.

El cielo se asoma azul y cogemos la bici para recorrer un poco más los alrededores. Seguimos por el río Júcar, aguas arriba. Antes de salir, nos encontramos una muestra de arte vecinal, con un recorte de cuero que tiene grabado la palabra "tándem" (coincidencia).








El paseo por la ribera es agradable y entretenido por sus suaves hoces y barrancos. A la vuelta paramos a cenar en lo que se denomina por estos lares un recreo, al ladito del río. Tan bien presentado el tomatito que pedimos, y la noche tan estupenda que se ha quedado, que nos sabe a gloria; lo recomendaremos.





Volvemos para la posada Huécar en un recorrido nocturno por las calles empedradas; el murmullo del río y las farolas amarillentas completan la estrofa del poema.













Día I: Guadalaviar-Orea
(3/07/2010)

Amanece en calma. Nos preparamos y desayunamos con todos los lujos que nos gustan en la habitación, batido de cacao y bollitos que hemos traído (el desayuno no estaba incluído). Metemos el tándem y demás parafernalia en el coche, y arrancamos a través de las hoces que ha labrado el Huécar; Cuenca es exhuberante. Nos adentramos en la Serranía.

Para llegar a Guadalaviar atravesamos un puerto con pista de tierra, que no me extraña que luego digan que Teruel no existe. Antes de acabar la subida ya nos encontramos con la bienvenida de las ovejas, que se lanzan una tras otra saltando el quitamiedos hacia el precipicio, y me hacen entender varias cosas a la vez sobre la sabiduría popular y las ovejas.

Caen rayos a nuestra llegada a Guadalaviar. Aparcamos en el sitio convenido, al lado de la plaza de toros, y nos reciben Nacho y Alberto, los guías de esta ruta. Ante su recomendación de poner las cubiertas taqueadas, ya nos empezamos a imaginar en qué aventura nos vamos a meter. Somos un grupo de 24 ciclistas de todas las categorías: urbanos, viajeros, críticos, competitivos... y nosotros, de categoría especial. Además nos acompañará una furgoneta-escoba casi todo el recorrido

A los 10 minutos de empezar la ruta, por pistas forestales por supuesto, empieza a caer una chaparrera continua que le muestra a Irene cuáles son las dimensiones del ciclismo. De todas formas, el paisaje es precioso (¿estamos en Alaska?), y la temperatura agradable. Cada vez que nos paramos para reagruparnos, por supuesto responder a las típicas preguntas: que si la de atrás no pedalea, que cómo la metemos en el coche... Hubiese sido mejor haber dado una rueda de prensa al llegar.

Con la pista embarrada, de vez en cuando aparecen zonas de roderas, y en una bajada nos llevamos un ligero susto con una, ya que mantener el equilibrio es más complicado en el tándem cuando tienes que sortear pasos estrechos.

Después de un par de horas lloviendo sin cesar, por fin escampa, sale el sol con brío, y nos seca todo el barro que llevamos en la bici, en la piel y en la ropa. Comienza la primera subida seria, unos 3km de buena pendiente, que nos va metiendo en un paisaje más agreste; es decir, que en cualquier momento nos damos de bruces con un alce.





Arriba paramos para recuperarnos y tomar el avituallamiento al lado de un refugio de pastores bastante apañado. Son las 13:00h, y aprovechamos esta parada para ir afianzando las relaciones que han surgido espontáneamente.
Después del piscolabis, salimos de la pista forestal para comenzar la parte ambiental de la ruta, y a través de unos senderos dirigirnos al poljé del cubillo; ¿y qué es un poljé? (no tiene nada que ver con el chiste de las pouflas). Pues una formación en terreno kárstico, en la que se origina una depresión por disolución de la roca caliza, atravesada normalmente por un rio que se pierde por un sumidero. De forma gráfica, es un fregadero gigante cubierto de prado.

Aunque parezca increíble, en este mismo fregadero podemos observar los restos de un castro celtibérico, con sus avenidas y todo, una formación vegetal que se denomina piel de leopardo, formada por sabina rastrera, y unas lagunas donde se hacen diversas investigaciones. El caso es que ahora, todo este fregadero es el que atravesamos a golpe de pedal, por el medio y medio. Es una imagen muy bucólica, sí, pero no la más favorable para pedalear. Hacemos gala de nuestras recién adquiridas habilidades técnicas, y recibimos alguna ovación por sortear arroyos y montículos.

Después de un ligero chispeo del cielo, volvemos a coger la pista forestal con sol y con hambre, y llegamos cómodamente a una toba, denominada Aguaspeña. Es una roca que se va formando por precipitación del carbonato cálcico del agua sobre el musgo. El agua desciende a borbotones por la roca; ya no sé si estamos en Guadalajara o en Nueva Zelanda.
























Llegamos sobre las 15:00h a Checa, que es el bonito pueblo donde vamos a comer. Una de las sensaciones que más me gusta al entrar en un pueblo es captar esa sintonía que tienen las calles cuando se respeta la arquitectura regional. Este es el caso, que aunque renovado, mantiene la esencia tradicional.

Comemos todos a la manera cicloviajera, compartiendo una plaza con nuestras latitas y nuestros embutidos. Está el numeroso grupo de amigos de Guadalajara, los guías Nacho y Alberto con sus familias, Rubén y su novia, Ana de Valencia, los chicos de Teruel... un gran banquete. Después del postre, en el mismo pueblo visitamos el museo de la ganadería tradicional en el Alto Tajo. Parece que todos los centros de interpretación de esta región son muy completos, con muchas maquetas e interactivos. Es la mejor forma de no peder un gran legado cultural.

Por último, y tras un corto paseo por el pueblo, presenciamos el plato fuerte de la jornada: el esquileo de unas pobres ovejas que pasaban por allí, por el segundo esquilador más rápido de España; peladitas se quedaron.


Después de dejar que nuestros compañeros prueben el tándem, emprendemos los 9 pesados kilómetros de carretera que faltan hasta Orea, que es el punto final de la ruta. Y es que ya llevamos más de 40km, primera vez por el monte, sube, baja, para, monta, llueve, hace sol... estamos en forma, pero hasta los... piñones. Además, como no, viento en contra y picando para arriba (la típica suerte). Nos lo tomamos con calma y vamos sacando fotos de equipo con Ana, Rubén y su novia.


A la llegada a Orea visitamos el centro de interpretación "Sequero de Orea" (observamos las carboneras, la recogida de la resina, la micología de la zona, la fauna de los ríos...). Orea es el pueblo más alto de Guadalajara. Pedaleamos 1,5km hasta el área recreativa de Cerrillo Herrero; son las 19:00h y vamos a reponernos de todo el día con un menú de 5 tenedores:
- Salmorejo
- Migas pastoras
- Sandía
- Cerveza y refrescos
Una cena de lujo para calmar un apetito de pastores. Chapó por la organización.

Nos despedimos, ya que la mayor parte del grupo tiene que seguir subiendo hasta el camping, y nosotros, dejarnos caer hasta el Hostal Alto Tajo, en esta misma carretera. Ahora si que ya podemos sacarnos todas las capas de sudor, barro y polvo que llevamos encima... y yo mañana con la misma ropa.

A las 20:30 vemos el partido (España-Chile) en compañía de Ana, que se aloja aquí mismo, y Javier, en unos apartamentos cercanos. Nuestra Otero duerme en la parte de atrás, entre cajas de refrescos y cervezas, contemplando los campos arados. Compartimos la alegría con los que allí estaban, pero quizá después de todo lo que habíamos vivido, una victoria de España no nos cambiaba mucho. El sueño pasa como pasa las nube por el cielo en noche estrellada, leve y silenciosa.

Día I: Orea-Guadalaviar (4/07/2010)

Nos levantamos cansados como mulas de carga. Acabamos las provisiones que teníamos para los desayunos, además de tomarnos un cafetín para desentumecernos. Salimos al encuentro de los que estamos en Orea, ya que con el resto nos encontraremos en el cruce de la carretera del camping con el barranco de la Hoz Seca. Cogemos la pista forestal que baja al barranco, y enseguida empieza a subir entre la sombra de los pinos; 3km que hacen que se calienten las piernas y se olvide todo el cansancio del día anterior; Irene empuja con mucha fuerza. Después, una bajada interminable donde alcanzamos ¡67,5km/h! y llega a Villanueva de las Tres Fuentes, pueblo abandonado que no parece muy antiguo. Y miro alrededor y me pregunto porqué todo es tan bonito aquí apartado.


A partir de aquí, cogemos la desviación por el paraje de la Chaparrilla, el "esperado" tramo de barro, que, finalmente, no está tan embarrado. Una avería en el grupo nos permite tumbarnos un rato a la sombra en este agradable prado, y charlar tranquilamente con los demás de garrapatas y otros menesteres. Alguna parte si está encharcada, y hay que exprimir la pericia para evitar el ridículo esperado de chapotear como gorrinos. Bueno, y nos ganamos otro aplauso de paso.

Después más pista forestal, llana y cómoda, y algo de carretera para llegar al pueblo de Griegos, y en el paraje de la Fuente de la Cerraja, tomar el avituallamiento (con unas acertadas naranjas) y escuchar qué es eso de hacer la vereda de boca de una pastora, que nos explica su modo de vida. Un modo de vida normal, como cualquier otra persona que coge todos los días el avión Vigo-Madrid, o 1h30'de coche hasta el trabajo. También llevan a sus hijos al colegio, y controlan las finanzas del rebaño para decidir qué es rentable. Por eso dedican 23 días para dirigir a las ovejas a los pastos de Andalucía, porque montarlas en un trailer sería mucho más caro.

Desde aquí, en unos minutos llegamos a nuestro punto de partida, Guadalaviar, donde completamos el conocimiento de la trashumancia en un museo dedicado. Vuelvo a repetir, ¡qué bonitos son los museos en esta zona!, y qué bien guardado el patrimonio cultural.



Por fin, lavadita para las bicis, desmontar y en medio de un aguacero repentino, final y despedida.

Datos descriptivos

Lo mejor del viaje: la experiencia de hacerlo en grupo...¿todo?

Lo peor del viaje: ¿la lluvia?

Cosas que echamos en falta: ropa para 2º día (yo), y chubasqueros

Cosas que sobraron: nada

Datos técnicos









km prólogo: 14,1
DÍA I
Kilómetros: 48,89
Tiempo de pedaleo: 3:45:17
Velocidad media: 12,9km/h
Velocidad máxima: 51,9km/h
DÍA II
Kilómetros: 28,8
Tiempo de pedaleo: 2:05:00
Velocidad media: 13,5km/h
Velocidad máxima: 67,5km/h

COSTE TOTAL: 186,48 euros

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