sábado, 18 de agosto de 2012

En bici al trabajo (ii)

A veces pienso si en vez de ir en coche al trabajo fuese en bicicleta, trabajaría con más claridad.

Sigo pensando en que si las personas que me rodean fuesen en bici a sus quehaceres diarios, tendrían mayor claridad.

Voy encadenando este pensamiento hasta llegar a la cúspide, esas personas que manejan los hilos, que normalmente se les reconoce por ir vestidos de buen uniforme, y tener alguna patología con el dinero, o por ende con el poder;

Las apariencias y  los coches van unidos de la mano, más allá del sentido funcional de los mismos. Más potencia, más letras, más blindados; un sitio para apoyar el vaso y chófer, y ya podremos esbozar una sonrisa al pasar delante de nuestro vecino. En ese momento supongo que a Mariano se le pasa por la cabeza: "¡que más le puedo pedir a la vida...!"

Desconocemos el potencial de nuestras ciudades sin coches. Estamos acostumbrados a salir con nuestro microclima de 21-23ºC a cuestas;  de la casa al garaje, del garaje al coche, y del coche a la oficina o a los grandes almacenes.

Desconocemos el potencial de nuestras ciudades llenas de bicicletas. Prevalece la tiranía del petróleo y el status.

Desconocemos el potencial de la alianza bicicletas-transporte público. Es más, conozco personas que prefieren ir en su BMW, porque no soportan ir en el metro. Es decir, hemos agujereado el subterráneo de las ciudades para separar las clases sociales.

Desconocemos el poder revolucionario de la bicicleta. Nadie por estas latitudes nos va a facilitar el cambio, ni de mentalidad ni de infraestructuras. Los planes los hacen para un periodo de 2-3 años, son humo, pura estrategia para mantener o aumentar el poder de determinados lobbys. El cambio empieza en nuestro interior, en enfrentarnos a la lluvia, al frío o a las caídas. La suma de esos cambios de muchas personas provocaría una revolución que tendría consecuencias más allá de lo que se pueda imaginar en un principio.

Desconocemos que si los que  mueven los hilos fuesen en bicicleta a sus obligaciones, todos los demás veríamos el mundo con más claridad.